Nuestro Obispo Ricardo Araya presidió la Misa del XII domingo durante el año en el Santuario de Villa Cura Brochero pidiendo la intercesión de San José Gabriel por los infectados de Covid-19 en nuestra Diócesis; Valle de Traslasierra y de Punilla. El Obispo pidió la bendición para los trabajadores sanitarios, médicos, los enfermeros, personal de seguridad y los conductores de medios de transporte, también para las familias de los enfermos y las autoridades civiles. Desde que comenzó la cuarentena todo el Valle de Traslasierra se mantuvo libre de contagios de coronavirus Covid-19. Hasta hace unos días en que se registraron los primeros casos en Villa Dolores y luego en algunas localidades vecinas. Nuestro Obispo Mons. Ricardo nos anima a no perder la esperanza, interceder por los infectados y seguir las normas sanitarias para prevenir más contagios.
Para estar más cerca de los enfermos, sus familias y los trabajadores, se celebró una Misa en el Santuario Ntra. Sra. del Tránsito y Santo Cura Brochero pidiendo a San José Gabriel por todos ellos. A continuación la homilía completa del Obispo:
Nos unimos de manera particular en esta Eucaristía para pedir intensamente por nuestros hermanos enfermos. Los de aquí cerca y los de todo el mundo. Las autoridades nos han pedido que seamos más cuidadosos en el respeto de los protocolos. Nosotros añadimos que intensifiquemos la oración. Por eso hemos querido traer hasta aquí la imagen del Cura, porque es a él a quien queremos en esta Eucaristía pedir de un modo particular su auxilio, su intercesión, su protección.
Hemos de continuar rezando cada uno desde nuestras casas. En esa oración que cada uno sabe hacer. Que cada uno puede hacer en lo escondido, en lo secreto de su casa o donde trabaja. Donde puede y mientras podamos también aquí en este Santuario.
Acabamos de escuchar en el Evangelio que Jesús les habla a los Apóstoles. Ellos tienen variados miedos. Sobre todo tienen miedo a la persecución que les sucederá en la vida a la que Jesús esta queriéndolos animar. Y tres veces hemos escuchado que Jesús les dice “no teman”. A nosotros Dios nos sale al encuentro con esta Palabra que siempre es viva, es actual y es capaz de iluminar los momentos diferentes de nuestra existencia. Jesús sale a nuestro encuentro diciendo: mujeres y hombres de esta tierra no se asusten. Porque Dios es Padre y nosotros somos valiosos a sus ojos.
Sabemos todos por experiencia desde que somos muy pequeños que el miedo es una condición natural del ser humano. Cuantas veces hemos recurrido a nuestro papá o nuestra mamá para que disipe los fantasmas de la niñez. Pero a los miedos infantiles se fueron sucediendo otros miedos. Y cada uno puede recordar su propia historia de miedos. Hay diferentes tipos de miedos. A veces el miedo nos salva de un peligro. Otras veces nos paraliza. Acaba con nuestra alegría. Nos vuelve desconfiados y nos lleva a la pelea entre nosotros.
Especialmente pienso ahora en el miedo que tienen los que se han contagiado. Sobre todo el miedo de los primeros momentos cuando se enteran que se han contagiado. Y empiezan a imaginar lo peor. Y después, gracias a Dios, cuando los síntomas van cediendo o son leves van recobrando la confianza. Pero es un momento muy duro. El miedo de sus familias, de sus amigos y de quienes los cuidan, del personal sanitario, en todas sus formas, de los choferes, de las fuerzas de seguridad, de las autoridades. Nuestros miedos.
Me gustaría recalcar que hay un miedo sano. Fruto del amor que nos hace tomar distancia física parta evitar los contagios. No distancia humana, no distancia fraterna. Distancia física. Que no es lo mismo. Ojalá que el amor a la vida y el temor a contagiar a otros, nos lleve a ser respetuosos de la distancia física pero no agrandemos la distancia humana y fraterna. Esa cercanía que es capaz de interceder, de rezar, de ofrecer; de mandar un mensaje, una llamada, una ayuda material. Y por otra parte hemos de temer romper la amistad social entre nosotros. Hemos de temer destruir los vínculos. ¿Como vamos a salir si no vamos juntos? Hemos de temer romper la unión entre las personas y las instituciones, entre las comunidades ¡entre nosotros!
Justamente es el miedo a la desunión el que nos hace resistir ante la dificultad, a pesar de los miedos, y a ser fuertes en medio de la prueba. No dejemos que esta situación por la que atravesamos nos robe la fraternidad. Tampoco que nos robe la fe. El miedo también nos puede confundir y llevarnos a desconfiar de Dios, de su presencia en medio de la incertidumbre en medio de esta noche oscura.
Jesús sale a nuestro encuentro y nos dice no tengamos miedo. Dios es Padre, cuida de todas sus criaturas. Cuida de estos valles. Cuida de nosotros y nos quiere vivos y hermanos. En esta situación Dios no es nuestro enemigo, es nuestro aliado. No quiere el mal. Dios es sumamente bueno y poderoso para sacar algún bien de esto que nos pasa. Dios participa de nuestro dolor para vencerlo.
Hay una carta del padre Brochero fechada en septiembre de 1901 que quisiera compartirles. Recordemos que él estaba en la Ciudad de Córdoba como Canónigo de la Catedral. Se había ido en 1898 y regresará de nuevo a esta parroquia cuatro años después en 1902. O sea, que esta carta es de poco antes del regreso. Le escribía a Doña Zoraida Recalde diciendo: “Como el otro día dí mi ponchito caña o amarillo a mi sobrino Pastor, quiero que me haga otro igual para andar a caballo. Y me lo mande de suerte que esté en Córdoba para el último día de octubre que yo renunciaré y me tendré que ir de Córdoba. Me iré entonces a Traslasierra como me pide Don Erasmo para que le ayude en los trabajos de la Iglesia.”.
Que Brochero cubra con su poncho a nuestros hermanos contagiados y enfermos. Que venga al galope y ayude a la gente que nos cuida. Que nos proteja a todos.
Santo Cura Brochero. Ruega por nosotros. Amén.
+ Ricardo Araya