Los días 6 y 7 de septiembre se reunieron en Villa Cura Brochero los sacerdotes de la Diócesis para tener una jornada de estudio. Reflexionaron sobre el modo de acompañar la espiritualidad popular y darle una valoración desde una perspectiva histórico-cultural. Los acompañó el padre Enrique Bianchi.
El encuentro anual de formación permanente de los presbíteros se desarrolló en el salón “Mi Purísima” de Villa Cura Brochero. Este espacio fue convocado por nuestro Obispo monseñor Ricardo y organizado por el animador de la formación del clero, el padre Jorge Frigerio. Participaron varios sacerdotes de la Diócesis y los seminaristas de la etapa de síntesis vocacional, próximos a ordenarse diáconos.
El disertante de la jornada de estudio fue el padre Enrique Ciro Bianchi, de la Diócesis de San Nicolás de los Arroyos (Buenos Aires). El sacerdote es licenciado en teología dogmática por la Universidad Católica de Buenos Aires, desde hace varios años se dedica al estudio del cristianismo popular siguiendo las reflexiones del padre Rafael Tello.
En nuestra diócesis es muy fuerte la impronta que dejó la primera evangelización en el modo de vivir la fe y en la cultura popular. Son frecuentes las grandes manifestaciones de religiosidad popular: la Virgen del Carmen, Brochero, San Roque, la Virgen de los Dolores -por mencionar algunas-, reúnen multitudes cada año. También hay experiencias de una fe sencilla y silenciosa, que se transmite de generación en generación y se manifiesta en gestos como encender una vela, tocar la imagen de un santo o construir grutas en las casas.
“Nuestro pueblo lo vive a Dios en el mundo, lo conoce por una relación de connaturalidad entre la criatura y el Creador”, decía el padre Enrique. Las expresiones de espiritualidad popular no son una novedad en nuestra iglesia diocesana, pero es necesario que los pastores le den un marco teológico y adquieran herramientas para entenderlo, acompañarlo y permitir su transmisión. Porque se puede caer en el error de pensar que hay un único modo de vivir la fe cristiana y cerrarse o menospreciar las formas populares. Les decía el expositor: “No se trata de hacer una lectura ‘romántica’ de la espiritualidad popular, sin dudas que tiene aspectos que purificar, como todas las expresiones del cristianismo. Pero hay que tener en cuenta que solo se purifica lo que se madura, si lo podamos antes de tiempo nos podría pasar lo de la parábola del trigo y la cizaña (cf. Mt. 13, 24 ss)”.
“El Espíritu Santo está llevando al pueblo latinoamericano, desde hace cinco siglos, por un camino original de vivir la fe, en que tiene un lugar destacado la Virgen María. No podemos ignorar esto. El cristianismo no es monocultural, tiene muchos rostros, y tantas maneras de vivirlo como culturas existen. Como un complemento al axioma ‘la gracia supone la naturaleza’, podemos afirmar ‘la gracia supone la cultura’. Un ejemplo claro es la Virgen de Guadalupe, que toma el rostro mestizo de los marginados”. Decía el padre Enrique.