Homilía de la primera Misa presidida por Gabriel Romero

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Defecto-1

Villa Cura Brochero, 18 de abril de 2021

Por primera vez el padre Gabriel preside “el partir el pan” que es Jesús, que viene a nosotros con su paz y nos envía a ser testigos de su paz. Reconciliados, ayudar a vivir fraternalmente.

Toda vocación cristiana, más que una elección nuestra, es respuesta a un llamado gratuito del Señor, respuesta que se hace también, ayudados y sostenidos por la gracia de Dios.

Es cierto: podemos decir que no a la invitación, pero solo se puede decir que sí con la ayuda de aquel que nos llama.

Gabriel: ayer el Señor te llamó a seguirlo sirviendo como pastor de su pueblo. Y vos dijiste: “aquí estoy”. Te impuse las manos y recé la oración consagratoria.

Te revistieron, te ungí las manos y entregándote la ofrenda de pan y vino te dije: «Recibe la ofrenda del pueblo santo para presentarla a Dios. Considera lo que realizas e imita lo que conmemoras y conforma tu vida con el misterio de la cruz del Señor».

La vocación sacerdotal no nos hace inmunes al sufrimiento. Pero es posible vivirlo con esperanza. Se puede ser feliz con sabor a las bienaventuranzas de Jesús. Llevar una vida feliz pasando por la muerte, pasando por la Pascua.

Se puede vivir con esperanza sí nos sostiene una vida de oración sustanciosa que nos haga mirar las llagas gloriosas del cuerpo de Jesús. Esa es la clave, esa es la llave; por esa abertura se puede entrar en el corazón misericordioso de Dios, manifestado en la cruz del Señor.

Pase lo que pase, no perderé la confianza porque me consuelan las llagas de su cuerpo glorioso. Cuando se acaben los flashes y saludos, ir, sin hacer ruido, dejándolo todo, hasta el último suspiro; para estar empeñado en la misión del día a día de mi gente, con mi pueblo; y aprenderé a trabajar en la ‘trinchera’, a dar la cara cotidianamente  sin darme tanta importancia, a fin de que el Pueblo de Dios esté cuidado y acompañado; como lo hacía nuestro Santo Cura Brochero.

El Papa Francisco  nos viene repitiendo que en este tiempo urge la cercanía con la carne del hermano sufriente. Eso ha de ser fruto de la eucaristía que cotidianamente celebramos. Como hacia Brochero que celebraba la Misa y después lo encontraban junto al borracho del pueblo, junto al político liberal de su época, junto al leproso. El sí que aprendió el gusto espiritual de sentirse uno con su pueblo; con una vida sencilla, sin aceptar privilegios que no tienen sabor a Evangelio.

Deseamos de corazón que siempre puedas contemplar y celebrar a Cristo, que vive resucitado en medio de su Pueblo. †

Hugo Ricardo Araya

        Obispo de la Diócesis de Cruz del Eje

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