La ciudad de Brasilia acogió del 6 al 10 de marzo, el Encuentro Sinodal del Cono Sur, dentro de la Etapa Continental del Sínodo 2021-2024, coordinado por el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam). Participaron 117 representantes de Paraguay, Chile, Argentina, Uruguay y Brasil. Dentro de la comitiva argentina participó Patricia Gambino, delegada para la pastoral diocesana.
La sinodalidad, el “caminar juntos”, es un punto fundamental para el Papa Francisco, quien ha manifestado muchas veces que “el camino de la sinodalidad es lo que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”. El Papa Pablo VI instituyó el Sínodo de Obispos como organismo de consulta al que el Santo Padre convocaría a reflexionar sobre un tema cuando lo considere oportuno. El Papa Francisco ha decidido que la próxima Asamblea sinodal reflexione sobre la sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia. A diferencia de otros sínodos, éste se desarrollará en dos sesiones, con un año de diferencia entre ellas, y con un arduo trabajo de consulta en todo el mundo. El Sínodo no es un acontecimiento, sino un proceso, en el que todo el Pueblo de Dios está llamado a caminar juntos hacia lo que el Espíritu Santo le ayuda a discernir como voluntad del Señor para su Iglesia.
La XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo, titulada “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión” culminará en unos encuentros en la Ciudad del Vaticano en octubre de 2023 y octubre de 2024, aunque la Secretaría del Sínodo lo puso en marcha en 2021 con un proceso de escucha por las Iglesias diocesanas. Una segunda etapa del proceso sinodal fue el que se desarrolló en cada Conferencia Episcopal. La tercera es la fase Continental que culmina con la celebración de Asambleas sinodales continentales, como la desarrollada en la Casa Mons. Luciano Mendes de Almeida de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB), en Brasilia, capital de Brasil.
Esta última Asamblea ha sido la que más participantes ha reunido: 177 en total, provenientes de los cinco países del Cono Sur: Argentina (44), Brasil (80), Chile (22), Paraguay (13) y Uruguay (18). En términos de representatividad, 52,01% han sido laicas y laicos (92); 15,81% obispos (28); 14,68% miembros de la vida consagrada (26); 13,55% sacerdotes (24); y 3,95% diáconos (7).
La fase continental del Sínodo comenzó el 27 de octubre del año pasado con la publicación del Documento de Trabajo para la Etapa Continental (DEC) que presenta un mosaico de los procesos de escucha que marcaron la primera fase del Sínodo y subsidiaron una nueva escucha de las Iglesias particulares. Latinoamérica y el Caribe se dividió en cuatro regiones (CAMEX, Caribe, Región Andina y Cono Sur), y el encuentro en Brasilia fue el cuarto (tras los realizados en San Salvador, Santo Domingo y Quito) congregando a delegados de Paraguay, Chile, Argentina, Uruguay y Brasil.
Se trata de encuentros en los que participan obispos, presbíteros, diáconos, miembros de la vida consagrada, laicos y laicas, que siguen la metodología de la “conversación espiritual”, una herramienta de discernimiento comunitario, basada en la escucha activa y receptiva con un enfoque en compartir lo que toca más profundamente a los participantes. El encuentro de Brasilia se inició con las palabras del arzobispo de Trujillo, Perú, y presidente del Celam, Mons. Miguel Cabrejos Vidarte.
La delegación argentina estuvo encabezada por el presidente y el vicepresidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Ojea y monseñor Marcelo Colombo, respectivamente. También participó monseñor Eduardo Lozano, Secretario General del Celam. Los cuatro obispos que forman parte del Equipo Sinodal son monseñor Gustavo Carrara, monseñor José Ángel Macín, monseñor Daniel Fernández y monseñor Dante Braida. Participaron los miembros de la Comisión Episcopal para la Vida, los Laicos y la Familia, y delegados de cada región pastoral del país. Nuestra región Centro fue representada por Patricia Griselda Gambino (diócesis de Cruz del Eje) y Fernando Khun (arquidiócesis de Córdoba). Fueron provechosos los aportes de personas que están involucrados en espacios de contención social como los Hogares de Cristo y clubes parroquiales, y los miembros de comunidades originarias.
En la práctica, lo que se quiere llevar a cabo en la Etapa Continental del Sínodo a partir de la Conversación Espiritual, es escuchar pacientemente al otro y contemplar el rostro de la Iglesia en cada región. Este instrumento hace posible el discernimiento comunitario. Y eso solo es posible para quien escucha, sin entrar en debates, acogiendo lo que al otro le revela el Espíritu, también desde el silencio.
Esta conversación espiritual lleva a cada uno a preguntarse qué es lo que más le ha impresionado, tocado internamente, de lo escuchado. Se trata de reconocer las mociones que surgen en el corazón de cada uno cuando va escuchando a los otros, mociones que a veces son de paz, de alegría, de ánimo, de luz, pero que también pueden ser lo contrario. Desde ahí se van compartiendo los sentimientos, que cuando uno se pone en la presencia de Dios va descubriendo cómo ayudan a crecer, a purificar el corazón y el sentimiento. A partir de las tensiones o problemas que cada uno va sintiendo, las asambleas de la Etapa Continental pretenden mostrar las cuestiones, los temas más importantes o prioritarios a ser tratados en la Primera Sesión de la Asamblea Sinodal en octubre de 2023. Para ello es necesario partir de la escucha a sí mismo y cada persona, estar abierto o dispuesto a recibir y dejarme enriquecer nuevos aportes o experiencias, sabiendo que no todos piensan igual, que lleven a ensanchar la tienda.
El lema que inspira esta instancia sinodal es: “Ensancha el espacio de tu tienda” (Is 54,2), título que lleva también el himno cuyo co-autor es el sacerdote cordobés Pablo Ordoñez. Se trata de ensanchar la Tienda, pero para eso es necesario saber que esa tienda es móvil, que hay que ensancharla porque fruto de la fecundidad la familia ha crecido, y porque ensanchándola podrás recibir a quien llega en medio del desierto. Una Tienda que tiene que ver con la movilidad, con la familia, la fecundidad y la vida, con la hospitalidad, es decir con la comunión y la fraternidad.
Patricia Griselda Gambino es ingeniera civil y docente, vive en San Marcos Sierras. Además de ser delegada de la pastoral diocesana junto al Padre David Silva, colabora en otros organismos de la Diócesis: comunicación, formación laical y pastoral vocacional. Desde Brasilia nos compartía su alegría por participar de este encuentro con la riqueza inmensa de compartir entre distintas culturas y lenguas. Se destacó el trabajo que aún debe desarrollarse con respecto a la participación de la mujer, no sólo en instancias pastorales sino también en la toma de decisiones en la Iglesia.
En un testimonio, Patricia compartía: “Antes de Misa de cierre, los jóvenes presentes pidieron la palabra y nos dijeron: ‘estamos cansados que pregunten, ¿Dónde están los jóvenes? Los jóvenes estamos acá y queremos contarles porqué no están nuestros amigos…’ y comenzaron a contarnos porqué sus amigos se había ido o los habían sacado de la Iglesia. Porque no fueron escuchados, comprendidos, aceptados como son, incorporados en la vida de la Iglesia, porque fueron juzgados, no se los ayudó cuando lo necesitaban. Fue un momento muy intenso para todos. Algunos jóvenes, con lágrimas en los ojos contaban qué era lo que les había pasado a sus amigos. No era algo ‘teórico’ eran SUS amigos.”
Patricia continuó diciendo: “Fue un hermoso ejercicio de sinodalidad, el Espíritu Santo se hizo presente en todo momento. Todo el pueblo de Dios: laicas/os jóvenes y adultos, religiosas/os, sacerdotes, diáconos y obispos pensamos juntos, a la par, sin distinciones jerárquicas, todos caminamos juntos. Muchos nos vamos con el compromiso de contribuir para que la Iglesia sinodal sea cada día más, una realidad en nuestra Iglesia”.