El 15 de septiembre la ciudad de Villa Dolores celebró la fiesta patronal de Nuestra de Señora de los Dolores. Por la tarde la imagen de la Virgen transitó en caravana las calles principales de la ciudad hasta quedarse en la explanada del frente de la Basílica donde se celebró la Santa Misa que fue presidida por Monseñor Ricardo Araya ante la presencia de cientos de fieles que colmaban la plaza General Mitre, con el distanciamiento necesario.

Luego de que el año pasado no se pudiera celebrar la fiesta patronal con presencialidad de fieles, este año, una multitud de devotos de la Virgen de los Dolores pudieron estar en la plaza principal de la ciudad, con el distanciamiento debido, para celebrar a su patrona. No se pudo hacer la tradicional procesión, pero si una caravana con la imagen patronal por las principales arterias de la ciudad. Durante la novena, la Virgen estuvo visitando los barrios y las instituciones.
El Obispo comentó en la homilía el episodio de María junto a la cruz diciendo: “Desde la cruz Jesús agonizando pudo abrir los ojos y ver a su madre, al amigo, a los enemigos y pronunciar palabras de perdón, de amor. Todo estaba cumplido cuando dijo ‘mujer ahí tienes a tu hijo’ y también ‘ahí tienes a tu madre’”.

Monseñor Ricardo recordó el itinerario de la presencia de María en los Evangelios: “Cuando Jesús comenzó la actividad pública, María se quedó a un lado para que pudiera crecer la nueva familia… aquella formada por los que escuchan la Palabra de Dios y la practican (Lc 11,27s). Después vio crecer el rechazo hacia Jesús hasta la hora de la cruz. Lo vio morir como un fracasado, expuesto a la burla, entre los delincuentes, pero permaneció de pie. Probablemente habrá escuchado de nuevo en su corazón la palabra del ángel, en el momento de la anunciación: ‘No temas, María’ (Lc 1,30). Recibió entonces la palabra: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (Jn 19,26). Desde la cruz recibió una nueva misión: la de ser madre de una manera nueva: madre de todos los que quieren creer en Jesús y seguirlo. Junto a la cruz se convirtió en madre de los creyentes. Ella reunió a los discípulos para invocar al Espíritu Santo (Hch 1,14), y así hizo posible la explosión misionera de Pentecostés. Ella es la Madre de la Iglesia evangelizadora. Con el Espíritu Santo, en medio del pueblo siempre está presente María. Ella es el regalo de Jesús a su pueblo. Los pueblos la recibieron en su casa. Y en el corazón del pueblo por el bautismo cada uno de nosotros es una misión, dice el Papa Francisco.”

“Hemos venido a conversar con la Virgen– dijo el Obispo- con el silencio, cargado de nombres, de rostros, de las situaciones dolorosas de la pandemia. El dolor por los que se fueron solos, el dolor de no poder siquiera despedirlos en la tumba. Otros dirán vengo a pedir aliento, para mí, para otros, para mí familia; para tantas madres que al pie de la propia cruz esperan que sus hijos vuelvan a casa, que regresen de los caminos equivocados del alcohol, de la droga; que encuentren trabajo, que no vayan a la cárcel”.

El Obispo concluyó diciendo: “Hay un desafío grande para la iglesia de este tiempo, para las parroquias de Villa Dolores: ser parroquia inclusiva, evangelizadora, atenta a los pobres. Desde el Evangelio, integrarse a la sociedad, esto es: Desde el Evangelio compartir la vida con todos: escuchar inquietudes, colaborar material y espiritualmente. Desde el Evangelio alegrarse con los que se alegran y llorar con los que lloran. Desde el Evangelio construir sin distancias, codo a codo, sin exclusiones ideológicas, sin discriminar a nadie, incluyendo a los pobres. Esto sería traducir el amor a Nuestra Señora de los Dolores en compromiso fraterno: en ser misión en el corazón del pueblo, acá en esta hermosa ciudad de Villa Dolores.”
