El seminarista Luciano Montoya fue admitido como candidato a las sagradas Órdenes

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Nuestro Obispo monseñor Ricardo Araya presidió la Santa Misa en la que el seminarista Luciano Montoya fue admitido como candidato al Orden sagrado. La celebración fue en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen de la localidad de La Cumbre.

La admisión a las sagradas Órdenes es un paso importante en la formación de los candidatos al sacerdocio ministerial. Mediante este rito, el seminarista manifiesta públicamente que, después de haber obtenido el parecer favorable de los sacerdotes que lo acompañan en la formación, ha decidido presentarle al Obispo su pedido de ser admitido al orden sagrado y el compromiso de seguir formándose para configurar su corazón con el de Jesús Buen Pastor y servir fielmente al Pueblo de Dios.

En la homilía, monseñor Araya, comentando el evangelio (Lucas 19, 1-10) dijo: “¿Qué tiene que ver la salvación que viene de Dios con la justicia entre nosotros? Zaqueo dice ‘Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más’. No se puede creer en Jesús sin adherirse a su proyecto de justicia. La justicia es la base supuesta de toda obra de caridad. La auténtica caridad supone que primero se cumpla con lo debido. Después de eso, tengo toda la libertad para dar más allá de lo debido y eso es la caridad. Esta es una nota muy importante para nuestra vida cristiana, adherirnos al proyecto de justicia de Jesús”.

Explicando la espiritualidad de este paso que da Luciano en su formación, el Obispo dijo: “La admisión se pide a la Iglesia como un don para aprender a abajarse. Bajar hasta la propia verdad de cada uno de nosotros. La verdad de que somos pecadores, perdonados si, pero pecadores siempre. Gracias a Dios que lo podamos advertir porque Dios ha venido a buscar a los pecadores, y si alguno no se siente pecador, entonces no podrá sentirse buscado por Jesús. Prepararse para el sacerdocio ministerial es dejarse enseñar y aprender -porque se pueden tener buenos maestros pero no aprender- el camino del abajamiento, que es el camino de la encarnación. Dice la Escritura que Jesús se hizo como uno de tantos. ¡Que feo es ver a los sacerdotes ponerse en el centro! Porque están llamados a identificarse con Jesús, uno de tantos. Sólo si aprendemos a abajarnos podremos disfrutar de hacer un servicio humilde y generoso, más allá de la recompensa. Dios nos llama a servirlo a Él y su pueblo, no llama a ejercer dominio sobre las personas y sus conciencias, no llama a hacerse rico y poderoso. Te llama, Luciano, a formarte cada día mejor para poder servir al pueblo santo de Dios, en colaboración con el presbiterio y su Obispo, adhiriendo al proyecto de justicia, defendiendo a los más pobres y favoreciendo el protagonismo de los laicos.

En la Santa Misa participaron los seminaristas de la etapa configuradora del Seminario Mayor Jesús Buen Pastor acompañados por el rector, el Padre Sergio Bosco.

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