Monseñor Ricardo llamó a custodiar la espiritualidad popular

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El 16 de julio se celebró la solemnidad de Nuestra Señora del Carmen, titular de la Iglesia Catedral y patrona de nuestra diócesis. Nuestro obispo Ricardo presidió la Misa y la multitudinaria procesión. En la Eucaristía se bendijeron a los ministros extraordinarios de la sagrada comunión.

Una nueva fiesta patronal se celebró en la ciudad de Cruz del Eje honrando a la Virgen del Carmen. Durante la novena la imagen de la Virgen visitó los barrios de la ciudad, las escuelas, los geriátricos, el hospital, sanatorios, la municipalidad, la policía y otras dependencias administrativas.

Los devotos de la patrona estaban emocionados de volver a realizar la procesión por las calles de la ciudad después de los dos años de pandemia. Acompañaban cientos de cabalgantes de varias agrupaciones gauchas de la región.

En su homilía nuestro obispo expresaba la importancia de custodiar la espiritualidad popular como un tesoro: “(estamos) viviendo una manifestación de piedad popular de gran importancia. Los felicito por esta capacidad de expresar la fe públicamente. La fe cristiana toca lo concreto de la vida, la inteligencia, el cuerpo, el corazón, las manos y los pies. Jesucristo Nuestro Señor hecho carne, nacido en de la Virgen, está metido en la historia, en el barro de este mundo. La cultura popular que ha recibido el Evangelio se convierte en una fuerza evangelizadora. Una fuerza capaz de transmitir el evangelio habitual y espontáneamente en lo concreto de cada día Esto exige de nosotros vivir la fe con algo de todos los días. Lo mío lo tuyo y lo de nosotros.

Monseñor Ricardo reflexionó sobre el camino que la Iglesia en Latinoamérica ha hecho en relación a la valoración de esta fe: “En un tiempo hablábamos de religiosidad popular, después de piedad popular. Hace unos años dijimos es mística popular, un legítimo modo de celebrar y vivir la fe cristiana. Una espiritualidad que ustedes viven hace rato. No es cualquier religiosidad, es cristina y católica porque confía en la intercesión de la Virgen María, celebra la Eucaristía y reza por el Papa. Les tengo que reconocer y confirmarlos en esto. Porque todo esto puede seguir recibiendo la luz del evangelio, puede seguir creciendo en caridad, justicia y solidaridad. La Iglesia debe tener color, olor y sabor a la Virgen María. No por los rezos, sino porque necesitamos ser familia. Porque la Madre le pone alma a la casa. Hace posible el reencuentro y el perdón. La Iglesia necesita de la Virgen para tener clima de familia. Que no nos convirtamos en una oficina donde se controla y se prohíbe: la Iglesia no es una aduana, es una casa para todos”.

El obispo hizo un llamado a los sacerdotes y seminaristas a valorar y acompañar esta fe popular: “Ustedes nos enseñan esta mística del pueblo. A los sacerdotes acostumbrados a enseñar les corresponde aprender, valorar y participar de esta piedad. Estamos para servir a la fe sencilla del pueblo de Dios. También los religiosos y religiosas y los monjes y monjas han de admirar y bendecir a Dios que ha revelado a los pequeños su cercanía y su poder salvador“.

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