San Javier, con nuevo párroco, celebró 100 años de su templo parroquial

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El 15 de enero asumió como párroco de la Parroquia San Francisco Javier el padre Alex Martínez y como vicario parroquial el padre Roberto Arrigoni. La celebración eucarística fue presidida por nuestro Obispo. El nombramiento de estos nuevos sacerdotes se efectuó en el marco de la preparación del centenario de la inauguración de su templo parroquial. La comunidad celebró este acontecimiento el 6 de febrero con una Misa presidida por el párroco recientemente nombrado.

La parroquia San Francisco Javier, con sede en la localidad de San Javier, comprende varias comunidades con sus capillas: San Ignacio de Loyola (Yacanto) , Virgen de Fátima (La Población), Ntra. Sra. de Lourdes (La Travesía), Virgen del Rosario del Milagro (Guanaco Boleado), Virgen de La Merced (Luyaba), San Juan Bautista (La Paz), Ntra. Sra. de Lourdes (Las Chacras Sur), Virgen del Valle (Quebracho Ladeado), Sagrado Corazón de Jesús (Cruz de Caña), San Isidro Labrador ( Paraje San Isidro ), Divino Niño y Ntra. Sra. de los Dolores (Manantial). Fue erigida como parroquia en 1783.

El 15 de enero, en una Misa presidida por monseñor Ricardo Araya, dio inicio a su servicio pastoral como párroco de la comunidad el padre Alex Martínez y como vicario parroquial al padre Roberto Arrigoni. El padre Alex reside en la casa parroquial en la localidad de San Javier, y el padre Roberto en la localidad de El Valle. La comunidad recibió con alegría a estos nuevos sacerdotes. También participaron de la celebración feligreses de Villa Cura Brochero, donde anteriormente se desempeñaba el padre Alex.

100 años de la Iglesia de San Javier

La iglesia vieja y la nueva de San Javier

El 6 de febrero se cumplió el centenario de la inauguración del templo parroquial dedicado al misionero jesuita San Francisco Javier. El párroco presidió la Misa de acción de gracias, de la que participaron autoridades civiles y numerosos fieles. Como parte de los preparativos para esta celebración, la Agencia Córdoba Turismo y la Municipalidad de San Javier y Yacanto, habían financiado un proyecto de puesta en valor, pintura externa e iluminación ornamental del templo parroquial. Luego de la Misa se llevó a cabo el acto conmemorativo donde se inauguraron estas obras. A continuación, se realizó una peña festiva en el predio parroquial.

Desde antigua data, la localidad de San Javier tenía una pequeña iglesia que fue sede parroquial por más de un siglo. Era de una sola nave, paredes de adobe y campanario de madera. Allí fue sepultado el arzobispo de Buenos Aires monseñor Uladislao Castellano, que falleció el 6 de febrero de 1900 mientras vacacionaba en la zona. En vida había dejando constancia que su voluntad era que sus restos mortales descansaran al pie del Champaquí.

En 1905 o 1906 pasaba por el lugar el padre Sebastián Monteverde, párroco de Belgrano en Buenos Aires, al ver la precaria construcción de la iglesia donde estaba sepultado el arzobispo, decide encarar la construcción de un nuevo templo. Comienza a recolectar fondos y, bendecida solemnemente la piedra fundamental en 1909, los trabajos se inician de inmediato con un ritmo acelerado hasta la colocación del techo. Vienen después las interrupciones más o menos prolongadas por falta de dinero. El padre Monteverde logra, tras grandes esfuerzos el revoque de la torre y el frente, pero no pude seguir adelante ni completar su obra, debiendo dejar en otras manos la tarea restante. Se abandona la idea de una torre central, que estaba prevista en los planos originales.     

Terminada la construcción del templo-mausoleo, se inaugura solemnemente en 1922. Se eligió como fecha para tan solemne acto, el aniversario del fallecimiento de monseñor Uladislao. El corresponsal del diario Los Principios relata: “Exhumados los restos de su antigua tumba, donde habían sido sepultados en un tosco cajón de algarrobo 22 años antes y colocados en una urna de mármol, fueron conducidos procesionalmente desde la iglesia vieja a la nueva, el domingo al hacer la tarde. Presidían el acto los ilustrísimos monseñores Luque y Echenique, y llevaban las andas, en medio de una gran multitud que llenaba completamente la plaza del pueblo, los caballeros más representativos de la distinguida familia Castellano. En el centro de la novel iglesia, toda enlutada, levantábase un severo catafalco con las insignias pontificales. Allí fue dejada la urna, siendo velada toda la noche. Hoy lunes, después de las misas celebradas por una veintena de sacerdotes llegados para asistir a las ceremonias, se efectuó el solemne funeral en que pontificó Mons. Luque. El templo resultaba pequeño para contener la enorme concurrencia, que se desbordaba por todos sus pórticos. Los oficios fueron cantados por un coro selecto de clérigos y seminaristas.

No mucho tiempo después, la vieja iglesia fue demolida dejando espacio a la plaza del pueblo.

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