Villa Cura Brochero celebró a su patrona la Virgen del Tránsito

Share on facebook
Share on whatsapp
Share on email
madre

El domingo 15 de agosto, Solemnidad de la Asunción de la Virgen María, el pueblo de Villa Cura Brochero honró a su patrona la Virgen del Tránsito. Se celebraron varias Misas durante el día, y una celebración solemne presidida por el obispo Monseñor Ricardo Araya en el Polideportivo municipal, para garantizar el cumplimiento de los protocolos.

Para los habitantes de Villa Cura Brochero, la devoción a la Virgen del Tránsito es parte de su identidad. Recordemos que ese pueblo fue fundado con el nombre de la Virgen en 1864 y lo llevó hasta 1916, cuando comenzó a llevar el nombre del párroco que marcó y sigue marcando la evangelización y el progreso humano de Traslasierra: el Santo Cura Brochero.

Luego de una novena con celebraciones en el Salón Mi Purísima, marcadas por las disposiciones sanitarias de prevención del coronavirus, se llevó a cabo la fiesta patronal con varias misas durante el día, destacándose las tradicionales misas de hombres y de mujeres. Luego una solemne celebración eucarística central que presidió nuestro obispo Monseñor Ricardo Araya. A continuación compartimos la homilía completa.

¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!”, así repetimos cada vez que rezamos el Ave María. Decimos estas palabras inspiradas por el Espíritu Santo a Isabel, la prima anciana de la Virgen María. Continúa la Escritura diciendo: “María dijo entonces: Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora”. Esta es la alegría de los pobres, de los pequeños, de los humildes; que se estremecen de gozo ante la presencia de Dios. Ante la cercanía de Dios, que viene y se hace presente porque nos ama. Siempre que alguien ama a otro busca hacerse presente. Eso hace Dios con María. Lo mismo hace con su Iglesia, con el mundo y con cada uno de nosotros. Porque nos ama se hace presente. Entonces, cada uno de nosotros, según su pequeñez, puede alegrarse profundamente con la alegría que brota de la cercanía del amor. No con la alegría que fabricamos a costa de no sé qué gasto, estrategia o mecanismo social. Es la alegría que brota espontáneamente cuando captamos que la presencia es cercana porque el amor es grande.

Esto vivió la Virgen y esto vivimos nosotros en este día. Y con palabras proféticas la pequeña servidora del Señor dirá: “en adelante todas las generaciones me llamaran feliz”. Eso hacemos ahora nosotros: llamar bienaventurada a la Virgen María. Si pensamos en un momento en procesiones que hemos participado o santuarios que hemos visitado, vamos a caer en la cuenta que esta profecía se cumple profundamente en el alma de nuestros pueblos que veneran a la Virgen.

Itatí, Luján, el Valle, el Carmen, la Medalla Milagrosa. Y si seguimos para el norte; Chiquinquirá en Colombia, la Divina Providencia en Puerto Rico, de la Caridad del Cobre en Cuba, la Asunción en Paraguay. Es como si hoy se nos invitara a recorrer un álbum que tiene muchas fotos. Son todas fotos de una misma madre. Cada una de ellas rescata un rasgo, un mensaje, una manifestación de Dios que, a través de ella, se hace cercana porque nos quiere siempre. Nosotros hoy nos quedamos con la foto de la Asunción. Y si recordamos a Brochero, tendríamos que elegir la foto de la Purísima también. Nos sumamos a la gran felicitación que proféticamente nos adelantó al Virgen.

Un 15 de agosto de 1875 el Cura Brochero se proponía abrir los cimientos de la Casa de Ejercicios Espirituales. Se disponía a poner la pesada piedra fundamental, que aplastaría la cabeza del diablo, que embromaría al diablo, ¡lo jodería!, según aquella celebre expresión del Cura. Brochero invitaba a la gente a la Misa que celebraría al día siguiente y les decía que vinieran con herramientas porque había que abrir los cimientos de la Casa de Ejercicios. Relatan que ese día la iglesia estaba llena hasta la calle y que después de hacer los rezos, porque el Cura estaba enfermo y no pudo celebrar Misa, cada uno con la herramienta que había traído se dispuso a abrir los cimientos de la Casa.

Brochero los había invitado que rezaran a Jesucristo. Para que el amor de Dios, manifestado en su sangre derramada, pudiera llegara a todos. Que invocaran a Jesucristo para que su sangre derramada no fuera infecunda. Y que también invocaran a la Virgen María, ella que tiene celo por la salvación de nuestras almas. Que ella hiciera posible que la empresa que empezaba a construirse llegara a término. También les decía que la Virgen tocara los corazones de los fieles para que sean generosos con las donaciones y se pudiera llevara a cabo aquella obra. Les recomendaba no olvidar invocar a San Ignacio para que fueran muchos los que quisieran ponerse bajo la bandera de Jesucristo. Así la gente, con estas intenciones dio comienzo a aquellos cimientos.

FE Y FRATERNIDAD: Las dos piedras que debemos colocar

Nos preguntamos ahora: ¿cuáles son los cimientos que hoy tenemos que abrir?, ¿qué ladrillos hay que colocar en esta casa que edificamos todos los días, que es la iglesia de Jesús, la parroquia, el santuario, la diócesis; esta hermosa casa de Dios y de sus hijos? Si siguiéramos el corazón de Brochero, habría que decir que la piedra que tenemos que colocar es la piedra de la fe en Dios. La piedra de la devoción a la Virgen. La piedra de la confianza en la intercesión de aquellos amigos nuestros que son los santos. Que viven en la intimidad de Dios, esa intimidad que llamamos cielo, que no se desentiende de nosotros, pobres peregrinos que todavía andamos por este mundo.

Cuando las mujeres de San Alberto homenajearon a Brochero que estaba en Córdoba como canónigo y vino por acá a principios de 1899, le regalaron aquella famosa medalla de oro. Las mujeres, con esa mirada profunda de la realidad que tienen siempre, las de hoy, supieron sintetizar en la medalla quien era el Cura Brochero y acuñaron: “Evangelio, escuelas, caminos”.

Evangelio. No se entiende a Brochero si no se lee Evangelio. Se lo entiende a medias. Se entiende algo de él. Brochero es fruto del corazón del Evangelio de Jesucristo y desde el Evangelio camina… anda y anda. Por eso “escuelas” y “caminos”. Brochero es entero, es de una sola pieza, no se lo puede dividir, si queremos ser fieles este hombre que Dios regaló en estas tierras.

La otra piedra es la fraternidad. Caminamos todos juntos unidos como hermanos. Fe y fraternidad son las piedras que hemos de colocar nosotros hoy en medio de la pandemia, esos son los cimientos.

Los testigos dicen que la procesión de gente trabajando aquella mañana era larga. Con el lenguaje de la época dicen que había: “hombre y mujeres, respetables matronas, delicadas doncellas y el Cura con la sotana arremangada”. Todos ofrecían lo que podían: dinero, útiles, materiales, trabajo personal.

Fe y fraternidad. Para que Dios viva en el corazón de cada uno de los serranos. Para que Dios viva en el corazón de cada uno de los turistas. Para que Dios viva en el corazón de los peregrinos. ¡Para que Dios viva!  

+Ricardo Araya

Obispo de Cruz del Eje

Para ver celebración completa haz click aquí

Share on facebook
Facebook
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email

Últimas noticias